Los hombres pueden sufrir disfunciones de suelo pélvico igual que las mujeres, pudiendo provocar problemas en funciones vitales como la sexualidad, la continencia de orina y de heces y la reproducción, y cualquier disfunción debe ser tratada para prevenir mayores problemas futuros.

El suelo pélvico es una estructura muscular y ligamentosa que cierra la cavidad inferior del abdomen y proporciona el sostén adecuado a tres sistemas: el reproductor, el digestivo (recto) y el urinario (vejiga y uretra).

Se recomienda trabajar mediante ejercicios para fortalecer esta zona de forma diaria, y si es necesario rehabilitarla, especialmente a partir de los 30 años.

Este dolor se caracteriza por estar localizado en la pelvis, el periné o ambas zonas (incluyendo órganos intrapélvicos como la próstata) durante un periodo superior a los 6 meses. Esta patología afecta a gran número de hombres, llegando a ser incapacitante.

Puede causarlo una infección, una inflamación, afectaciones de órganos de la pelvis como la vejiga, la próstata o el recto, e incluso algunas afectaciones de estructuras como el nervio pudendo. También puede ser una condición por sí misma.

Va acompañado habitualmente de alteraciones de la conducta o el estado de ánimo, y provoca trastornos sexuales, ginecológicos, gastrointestinales, y trastornos de la micción como dificultad para orinar o aumento de la frecuencia miccional y urgencia para ir al baño.

Para abordar esta patología tan difícil de diagnosticar por su diversidad de causas se requieren equipos interdisciplinares de fisioterapeutas, urólogos, ginecólogos y psicólogos para descartar otras patologías y optimizar los tratamientos de nuestros pacientes.

Es por eso que hay que aplicar metodologías de estudio minucioso que estudien cada caso, con profesionales de prestigio especializados en estas patologías que colaboren y se comuniquen muy estrechamente para realizar un diagnóstico diferencial mediante sesiones interdisciplinares.

Con este objetivo descartamos cada una de las posibles causas para identificar su origen: una infección, una contracción muscular, una obstrucción, o síndrome miofascial, atrapamiento del nervio pudendo, entre otros para ofrecer la mejor solución posible.

El dolor testicular en el hombre, es frecuente. Tiene mucha relación con patologías músculo-esqueléticas de la pared abdominal.

La pared abdominal está formada por una serie de planos musculares y entre ellos trazan su recorrido ciertos nervios sensitivos como el nervio genitocrural que es el nervio que le da sensibilidad al testículo y se apoya sobre varios músculos como es el músculo Psoas. El atrapamiento y la irritabilidad de estos provoca una cascada de problemas asociados al dolor y a los trastornos miccionales. 

En el Gabinete de Urología y Andrología trabajamos junto con los urólogos en esta patología. Primero, los urólogos descartan otras enfermedades como infecciones del testículo, hernias inguinales o prostatitis. Así, podemos sugerir un  tratamiento a nuestros pacientes con las diferentes terapias que ofrecemos como la terapia manual y el trabajo postural, dos herramientas fundamentales para abordar esta patología.

La compresión de este nervio genera de forma característica dolor neuropático, paroxístico, quemante o lancinante, que puede permanecer tras desaparecer el estímulo doloroso y se distribuye en el escroto o el ano, apareciendo normalmente tras la eyaculación.

Además, se agudiza con la postura al estar periodos largos en posición sentada. También puede dar lugar a síntomas viscerales como alteraciones del vaciado de la vejiga, con urgencia miccional, movimientos intestinales dolorosos, dolor tras defecar o sensación de cuerpo extraño en el recto.

Es una patología muy compleja y que a veces lleva años diagnosticarla por la imprecisión de sus síntomas. En nuestro centro, trabajamos en colaboración con nuestro equipo de urólogos para tratar de acortar el tiempo del diagnóstico. 

El tratamiento debe ser algo progresivo y siempre comenzamos con fisioterapia manual y en ocasiones la combinamos con inyección de anestésicos con corticoides o punciones. En función de cada paciente y su caso, nuestros especialistas determinan el tratamiento óptimo para cada paciente.

El cáncer de recto, muy frecuentemente acarrea incontinencia anal como secuela postquirúrgica y del tratamiento de quimio y radioterapia. La reeducación del suelo pélvico, como responsable de la continencia, es uno de los tratamientos de elección, asociado a la modificación de ciertos hábitos. 

En nuestro centro trabajamos de manera interdisciplinar entre nuestro equipo de profesionales. Cada especialista, urólogo, rehabilitador, etc, puede aplicar, dependiendo del caso, sus tratamientos en cada estado de la enfermedad de forma personalizada y optimizar los resultados en pacientes que en momentos difíciles necesitan de la mejor ayuda para poder retomar sus vidas de forma rápida.

Con frecuencia, la cirugía de próstata suele tener como complicación, pero por corto periodo de tiempo, la incontinencia urinaria con el esfuerzo.

En algunos pacientes es una secuela que puede afectarles enormemente por el problema social que puede ocasionar. 

La fisioterapia ayuda a restablecer en cierta medida esas pérdidas de orina y el control sobre la continencia a medida que el trauma quirúrgico se va resolviendo y también a medida que se ejercita el suelo pélvico.

En nuestra centro, el Gabinete de Urología y Andrología, optamos a la excelencia en los tratamientos y, por ello, proponemos a los pacientes, incluso antes de la cirugía, comenzar con estos tratamientos para fortalecer el esfínter urinario y los músculos del suelo pélvico y acortar aún más los tiempos en los que la orina se escape.